Por tercera oportunidad, nuestro lector ubicado en Trujillo, Juan Valdivia fiel a su compromiso nos entrega una lectura de mucho valor titulado “El mejor jugador”. Dice que había un muchacho que vivía solo con su padre, ambos tenían una relación extraordinaria y muy especial. El joven pertenecía al equipo de futbol americano de su colegio, usualmente no tenía la oportunidad de jugar, sin embargo, su padre permanecía siempre en las gradas haciéndole compañía. El joven era el más bajo de la clase, cuando comenzó la secundaria, insistió en participar en el equipo de futbol del colegio.…
Lecciones de vida: “EL MEJOR JUGADOR”
Durante su vida en secundaria, lo recordaron como el “calentador de banco”, debido a que siempre permanecía sentado… Su padre, con su espíritu de luchador siempre estaba en las gradas, haciéndole compañía, dándole palabra de aliento y el mejor apoyo que hijo alguno podría esperar.
Cuando comenzó la universidad, intentó entrar al equipo de futbol, todos estaban seguros de que no lo lograría. Pero el entrenador le dio la noticia, admitiendo que lo había aceptado por la forma cómo él demostraba entregar su corazón y su alma en cada una de las prácticas y al mismo tiempo daba el mismo entusiasmo a los demás miembros del equipo.
La noticia llenó por completo su corazón, corrió el teléfono más cercano y llamó a su padre, quien compartió con él la emoción. En todas las temporadas él le enviaba a su padre las entradas para que asistiera al juego de la universidad.
El joven atleta era muy persistente, nunca faltaría a una práctica o a un juego durante los cuatro años de la universidad, nunca tuvo oportunidad de participar. Era el final de temporada y justo unos minutos antes de comenzar el primer juego de las eliminatorias, el entrenador le entrego un telegrama.
El joven lo tomó y luego de leerlo lo guardó en silencio… Tragó saliva y temblando, le dijo al entrenador: “mi padre murió esta semana ¿no hay problema si falto al juego? “El entrenador lo abrazo y le dijo: “toma el resto de la semana libre, hijo, y no se te ocurra venir el sábado”
El juego no estuvo muy bien en el tercer cuarto, cuando el equipo tenía 10 puntos de desventaja. “Entrenador por favor, permítame jugar…Yo tengo que jugar hoy” imploró el joven. El entrenador pretendía no escucharlo, el joven insistió tanto, que finalmente el entrenador, sintiendo lastima, lo aceptó, “OK hijo, puedes entrar el campo es todo tuyo”.
Minuto después, el entrenador, el equipo y el público no podía creer lo que estaban viendo. El pequeño desconocido, que nunca había participado en un juego estaba haciendo todo perfectamente, nadie podía detenerlo en el campo era, toda una estrella. Su equipo comenzó a ganar hasta empatar el juego.
Finalmente, cuando todo terminó, el entrenador notó que el joven estaba sentado solo en una esquina, se acercó y le dijo: muchacho: no puedo creerlo ¡estuviste fantástico! ¿Dime como lo lograste? El joven miró al entrenador y le dijo: “usted sabe que mi padre murió…pero, ¿sabía que mi padre era ciego?” El joven hizo una pausa y trato de sonreír..
“Mi padre asistía a todos mis juegos, pero hoy era la primera vez que pudo verme jugar… yo quería mostrarle en esta oportunidad que sí podía hacerlo”