Lo político vuelve a imponerse sobre lo técnico. A solo cuatro días de haberse adjudicado un contrato de 10 millones de euros a Telefónica para mejorar la fibra óptica con equipos de Huawei, el Gobierno español dio marcha atrás justificando la medida por motivos de soberanía estratégica. La presión geopolítica entre China, Estados Unidos y la Unión Europea terminó pesando más que la necesidad tecnológica. Un caso escandaloso que sirve de advertencia: que este ejemplo no cunda en el Perú ni en la región. La innovación y el fortalecimiento de las redes críticas deben priorizarse sobre intereses políticos coyunturales.
