El compromiso de nuestro lector trujillano Juan Valdivia es de agradecer. Nuevamente entrega un relato denominado “Ahora que morí”. Comienza el cuento con una pregunta: ¿Qué sucede? No entiendo, solo sentí un dolor fuerte en la cabeza, mareos… y ahora estoy tan confundido. ¿Qué pasa? ¿Por qué mi esposa corre y llora?
Dicen que Mori, ¡pero no!… estoy aquí, pero ellos no me ven y tampoco puedo abrazarlos.
¡Oh! Ya veo, están trasladando a alguien en una carroza fúnebre, soy yo mismo… ¡Que extraño es todo esto! Bonita historia… no todo puede ser tecnología, espero la disfruten. Gracias Juan.
¡AHORA QUE MORÍ!
Veo a mi familia con gran dolor, todos lloran, pero yo sólo veo, ya no siento dolor ni tristeza, es como ser un espectador.
Veo que pasan los días, mi familia regresa a casa sin mí, les he dejado un gran vacío.
Ya alguien ocupa mi puesto de trabajo, todo vuelve a ser como antes, corren, atienden llamadas, hacen pagos, envían documentos, firman planillas, es como si nunca hubiese faltado, que bien, algunos compañeros se acuerdan de mí a ratos y lamentan que ya no esté.
Sin embargo, en mi familia, el vacío persiste, mi esposa llora, está confundida. No sabe cómo hacer. Mi hijo pequeño pregunta: – ¿Dónde está papá? Y mi esposa le dice que en el cielo, mi hija mayor acaba de comprender dolorosamente lo que es la muerte, no deja de llorar, no quiere ir a clases, no se puede concentrar, tampoco come.
Mi perro se paró en la puerta y de ahí no hay quien lo saque, come, bebe agua y regresa a su puesto de espera.
Pasa el tiempo, mi hijo cumple cuatro años y yo no estoy, él se aferra a su mamá, se ha vuelto tímido y retraído, no hay una figura paterna para él, ya papá no está…
Mi hija ya de 11 años casi no habla, a veces su mamá la encuentra llorando, bajó mucho las notas y no muestra interés por nada.
Mi querida esposa, con toda la carga sobre sus hombros, la responsabilidad de dos hijos pequeños, tiene que sonreír a los niños para darles fortaleza.
Ya pasó un año y todo sigue igual, en casa el vacío, la tristeza, en la empresa donde trabajaba ya nadie me nombra y todo sigue igual sobre la marcha. Fui uno más en la empresa. ¿Sabes qué dijo el forense? Que fallecí por estrés, en mi celebro reventó una vena por aumento de la presión arterial, que me dio, cuando me llamaron de mi trabajo y me dijeron que de los 10 camiones que solicité sólo llegaron 7. Y todo acabo
Ahora me doy cuenta que para la empresa que trabajé siempre fui uno más, completamente reemplazable en cualquier momento, pero para mi familia era único e irremplazable.
Reflexión final: Dedícate A Lo que De Verdad Es Importante, Todos Necesitamos Un Trabajo Que Nos Permita Cubrir Nuestras necesidades Básicas. Pero no te entregues A una Empresa
Entrégate A Tus Seres Queridos…Abraza a Tus Hijos, Besa a tu Esposa. Llama A Tus Amigos, Es A Estos Seres A Quienes De Verdad Le Harás Falta Cuando Ya No Estés…NO te pegues a lo material. Haz buen uso de ella.