Nuestro leal lector trujillano, Juan Valdivia, fiel a su estilo, nos hace entregar su enésima para la sección Lecciones de Vida y comienza diciendo. Cuenta la antigua leyenda que en la edad media un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer. En realidad, el verdadero autor era una persona muy influyente del reino, y por eso, desde el primer momento se procuró un chivo expiatorio para encubrir al culpable.
LA ASTUCIA
(americasistemas.com.pe. Lima, Perú – 24 de abril 2019) El hombre fue llevado a juicio, ya conociendo que tenía escasas oportunidades o ninguna de escapar del terrible veredicto….. ¡La horca!
El juez también en complot, cuidó, no obstante, de darle todo el aspecto de un juicio justo, por ello dijo al acusado: “conociendo tu fama de hombre justo y devoto del señor vamos a dejar en manos de él tu destino”.
Vamos a escribir en dos papeles las palabras INOCENTE Y CULPABLE, tú escogerías uno de ellos y será la mano de Dios quien decida tu destino.
Por cierto que, el mal funcionario había preparado los dos papeles con la misma leyenda CULPABLE y la pobre víctima aun sin saber los detalles se daba cuenta de que el sistema propuesto era una trampa. No había escapatoria.
El juez conminó al hombre a tomar uno de los papeles doblados. Éste respiro profundamente, quedo en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse abrió los ojos y con una extraña sonrisa tomó uno de los papeles y llevándolo a su boca lo engulló rápidamente.
Sorprendidos e indignados, los presentes le reprocharon airadamente. “pero ¿Qué hizo? Y ¿ahora? ¿Cómo vamos a saber el veredicto?”.
“Es muy sencillo” respondió el hombre. Es cuestión de leer el papel que queda y sabremos lo que decía el que me tragué” con rezongos y bronca mal disimulada, debieron liberar al acusado y jamás volvieron a molestarlo.